Una definición simplona expresaría que la Chicha Morada es una bebida latinoamericana, específicamente del Perú, basada principalmente en el maíz morado y la piña.
Esta bebida se puede encontrar en cualquier mercado local latinoamericano, pero en ese color purpúreo, es característico de ese bello país suramericano. Entre los coloridos de suéteres de alpaca, mochilas tejidas, puestos de especias y de hierbas aromáticas, se encuentran locales que también expenden Chicha Morada.
Es una bebida entre morada y negra que luce como la sangre. Está hecha de maíz morado hervido a manera de infusión, con piña, membrillo, canela y clavo de olor, y se sirve fresca en los mercados callejeros, en los restaurantes, y en las cocinas de casi todos los hogares de Perú. Es un clásico de la gastronomía peruana, considerándose además una reliquia que ha sobrevivido a siglos de invasión colonial.
Hay una evidencia arqueológica que demuestra el consumo de la chicha morada durante el Imperio Inca, del 3000 al 2500 A.C. Con la llegada de los españoles, en el siglo XVI, las especias fueron incorporadas a la receta, que previamente se hacía con la básica infusión de maíz y piña.
Cualquier momento y lugar son los indicados para degustar esa exótica bebida. Sin pretender ser una especie de sommelier de chicha, entrecerrados los ojos, se hace girar el vaso, dejando que el aroma se filtre en las fosas nasales. El olor puede resultar engañoso: demasiado dulce, con un aroma a piña que sale desde su superficie y finaliza por una breve corriente de cardamomo. El vaso o recipiente que se use no tiene que ser precisamente ceremonial para degustar esa antiquísima bebida de Los Andes. Lo importante es atreverse a saborear esa mezcla de exóticos sabores.
Al no existir un “sommelier de chicha” con quién consultar sobre los aspectos y méritos del aroma, el sabor, o la comida ideal para acompañar a la chicha morada, nos vemos en la tarea de indagar personalmente sobre cómo, dónde, con qué, ingerir la exótica chicha morada. No obstante, ahí está el encanto. Al probarla, descubrimos que el sabor no es extremadamente dulce como su aroma, en realidad es muy suave. La sensación en la boca es agradable. En realidad es como la bebida perfecta: dulce, pero no demasiado; picante, pero lo suficientemente suave para llegar a una gran audiencia; y de un sabor matizado, pero no demasiado complejo.
Esta bebida tiene una vibra especialmente medicinal cuando descubrimos que el maíz morado es un antioxidante. Como explica Philippo: “El pigmento de antocianina que le da ese rico color púrpura es un anti-inflamatorio que detiene el envejecimiento de las células y regula el flujo sanguíneo”. Así que mientras el maíz morado no le da un sabor específico a la bebida, le agrega color y salud como una base para saborear la frutas y especias. Un azúcar cristalizada con miel Chancaca o azúcar rubia, es generalmente agregada para endulzar la bebida (particularmente la chicha morada embotellada para los supermercados).
El maíz morado crece generalmente en el norte de Perú. Pero con la invasión de las codiciosas corporaciones multinacionales y los efectos atroces del cambio climático, su producción está en riesgo. Ha sobrevivido como planta por cientos de miles de años y ninguna receta original real existe de la chicha morada. La bebida ha llegado a Europa y los Estados Unidos y está ahora compenetrada en las múltiples cocinas alrededor del mundo.